Historia de los Bunkers

La batería antiaérea

En la cima del Turó de la Rovira durante la Guerra Civil española se instaló una batería antiaérea. El objetivo era proteger la ciudad de Barcelona de la aviación fascista italiana que utilizó una táctica sanguinaria llamada "bombardeo en alfombra" (posteriormente esta táctica se generalizó durante la Segunda Guerra Mundial).

El bombardeo en alfombra provocó alrededor de 800 muertos, más de un millar de heridos y la destrucción total de unos 50 edificios. La ciudad contaba como única defensa una amplia red de refugios subterráneos y este sistema de baterías antiaéreas instalado por el Gobierno de la República.

Inicialmente estaba diseñada para alojar dos cañones, pero finalmente se dispuso en 1938 de 4 cañones Vickers de 105mm.

Entre el 25 y el 26 de enero de 1939, en el momento de la retirada, el ejército republicano inutilizó las piezas de artillería, pero no las retiró. Terminada la Guerra Civil todo el espacio quedó en desuso dejando los restos de las construcciones de la batería abandonadas.

Los Cañones - Barrio de barracas

En este mismo emplazamiento, a mediados de los años 40 se estableció un barrio de barracas conocido como "Los Cañones". Se aprovecharon las construcciones de la batería antiaérea como los puestos de mando, las salas de oficiales o el dormitorio de la batería para levantar las primeras barracas.

En el barrio de Can Baró hubo tres zonas de barracas: "Los Cañones" (los Bunkers del Carmel), Raimon Casillas (en la gran curva de la carretera del Carmel, conocida como la curva de la pera) y las de Francisco Alegre (en la antigua cantera de Can Vélez, actualmente un gran aparcamiento).

Estas barracas se encontraban en condiciones infrahumanas, sin agua, luz, alcantarillado ni recogida de basuras. Desde el año 1940 había un Plan Comarcal para construir un parque urbano, pero en realidad era una zona libre (no había ningún impedimento legal), sólo se consideraron ilegales las barracas construidas a partir de 1953.

Los barrios de barracas solían tener una gran actividad vecinal, y las tres zonas de Can Baró no fueron una excepción, desde finales de los años sesenta se realizaron muchas reivindicaciones sociales y se inició una larga lucha que finalizó en 1990 cuando las últimas barracas de la Calle Francisco Alegre fueron derribadas.

Los Cañones, llegó a tener 110 barracas y 600 habitantes y perduró hasta 1990. Las otras dos zonas de barracas de Can Baró tuvieron 135 barracas las de Raimon Casillas y 306 las de Francisco Alegre.